Las escenas de la película revuelan mi cabeza, pero la que más impacto me creo, fue la producida por el mono que sufre el protagonista, esa angustia que le oprime el pecho y esa necesidad de volver a empezar el camino de: sacar la jeringuilla, atarse el brazo y dejar que la aguja perfore la fina capa de piel que la separa de las venas... Esa necesidad de volver a sentir lo que ellos califican como "algo mejor que mil orgasmos", lo que no saben es que, es la droga la que les da por culo a ellos, ya que les atrapa y les hace títeres de fantasías y gozos inexistentes en el mundo de la realidad.
Quizás ahora mismo, mis palabras se atropellen y contradigan debido a que lo único que deseo hacer ahora, es chutarme para alcanzar la gloria y darle el palo a un par de yonkis infelices... La magia del cine, te hace creerte quien no eres... Como las drogas.
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