Era una chica un tanto menuda, su estatura apenas alcanzaban mis hombros y su piel, blanca e iluminada, simulaba las luces de neón de algún comercio anticuado. Su mirada no se encontraba con la mía, ya que esta solo se posaba en el contorno de sus caderas que bailaban al son de la música de ambiente. Su pelo rubio, tan dorado y con un brillo no muy común, parecía irradiar calor propio que hacía que las gotas de sudor se deslizaran por la palma de mis manos. Cada paso que realizaba hacia mí, se me antojaba como un halo de esperanza para este maltrecho cuerpo que por fin iba a conocer a la mujer por la que había recorrido medio mundo.
La canción de "Romeo and Juliet" de Dire Straits se encendió aleatoriamente en el tocadiscos y junto a la pequeña chica menuda, se fusionaban creando una danza casi perfecta... Los metros se acortaban, las diferencias eran casi imperceptibles, la luz brillaba y el mundo recobraba el sentido que las guerras y el hambre le habían quitado... Un par de pasos...
Pero a diferencia de todos los cuentos, este no acaba con final feliz, por el simple hecho de que esa mujer era solo un espejismo que vagaba por mi mente, que se reía de mi felicidad... Pues hasta la mayor de las búsquedas no tiene por que terminar nunca y esta búsqueda se antojaba imposible, una pérdida de tiempo la cual, esa mujer, ese espejismo de una realidad inexistente, parecía saciar en pequeñas alucinaciones.
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