Baúl de los recuerdos.

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miércoles, 6 de julio de 2011

El guardián entre el centeno.

Abrió el libro por la página 221, la cual citaba:


—¿Sabes lo que me gustaría ser? ¿Sabes lo que me gustaría ser de
verdad si pudiera elegir?

—¿Qué?

—¿Te acuerdas de esa canción que dice, «Si un cuerpo coge a otro
cuerpo, cuando van entre el centeno...»? Me gustaría...

—Es «Si un cuerpo encuentra a otro cuerpo, cuando van entre el
centeno» —dijo Phoebe—. Y es un poema. Un poema de Robert Burns.

—Ya sé que es un poema de Robert Burns.

Tenía razón. Es «Si un cuerpo encuentra a otro cuerpo, cuando
van entre el centeno», pero entonces no lo sabía.

—Creí que era, «Si un cuerpo coge a otro cuerpo» —le dije—, pero, verás. Muchas veces me imagino que hay un montón de niños jugando en un campo de centeno. Miles de niños. Y están solos, quiero decir que no hay nadie mayor vigilándolos. Sólo yo. Estoy al borde de un precipicio y mi trabajo consiste en evitar que los niños caigan a él. En cuanto empiezan a correr sin mirar adonde van, yo salgo de donde esté y los cojo. Eso es lo que me gustaría hacer todo el tiempo. Vigilarlos. Yo sería el guardián entre el centeno. Te parecerá una tontería, pero es lo único que de verdad me gustaría hacer. Sé que es una locura.

Phoebe se quedó callada mucho tiempo. Luego, cuando al fin
habló, sólo dijo:

—Papá va a matarte.


Es increíble que a veces la felicidad humana se reduzca a tampoco, y a la vez a algo tan complejo. Obviamente el hecho de ser el guardián es una metáfora que evoca al compañerismo de las personas, ya que cualquiera puede realizarse ayudando a otra persona... Quien experimente esa sensación conocerá de verdad cual es la meta de la vida, saciará su sed de ayuda.

En mi caso siempre he buscado complacer a las personas simplemente por el hecho de ser quien soy, de gustarme mi manera de ser, pero también es cierto que a veces se ha de ser un tanto egoísta, y no me jactaré de decir, que esta entrada es solo para mi. Solo para poder volver a releer las lineas de este libro que a mi me ha marcado y realizado, no temo decir que incluso me siento identificado con las páginas de esta obra maestra, y que este pequeño Holden Caulfield se ha emocionado al repasar sus páginas una y otra vez.

Siento ser tan egoísta, pero todos debemos querernos de vez en cuando.

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